Fue la mañana del sábado 21 de abril: 25 cosechadoras marcaron bien temprano en un campo el inicio de la zafra azucarera en esta provincia y, con ella, la primera cosecha de caña en donde se utilizaron máquinas con monitor de rendimiento.
De esta manera, con la incorporación de agricultura de precisión, tecnologías en el cultivo e inversiones que, según fuentes de la provincia, rondan los US$100 millones, los productores cañeros buscan tener mayor rentabilidad en la principal actividad productiva de Tucumán y de todo el norte argentino, al que se suman Jujuy y Salta.
Innovación y tecnología para producir más y mejor. Sobre esos conceptos trabaja la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), donde aún celebran el reconocimiento que les otorgó esta semana la Fundación Konex como una de las cinco entidades de investigación científica y tecnológica más destacadas del país. Desde hace casi 110 años, la estación apuntala tecnológicamente al sector productivo tucumano. Según explicó Eduardo Romero, coordinador del subprograma Agronomía Caña de Azúcar de la Eeaoc, la provincia tiene el 75% de sus cañaverales cultivados con una sola variedad, un porcentaje alto y «peligroso» expuesto a enfermedades como la roya marrón y naranja.
«La estación liberó en los últimos seis años cinco variedades, una de las cuales ya alcanzó el 11% de difusión en los cañaverales de la provincia. Además, trabajamos en un programa de producción de semilla de alta calidad que realizamos a través de un proceso de micropropagación en donde se le entrega al productor una caña semilla caracterizada por su identidad genética, por su sanidad, libre o con mínima incidencia de patógenos y plagas, y con elevada capacidad de brotación y crecimiento», explicó Romero. Para el profesional, «las dos limitantes más grandes de la caña son la disponibilidad de agua y la temperatura: las heladas, que puede
n llegar a provocar pérdidas de hasta un 30% en la producción, y la sequía», explicó.
Un día antes del inicio de la zafra, en la usina La Florida, la Compañía Azucarera Los Balcanes hizo una ceremonia religiosa. Allí estaba Hernán Maurette, flamante presidente del Centro Azucarero Argentino (CAA), que trazó una radiografía del sector. «La actividad está viviendo un momento de enorme vitalidad y un proceso de reconfiguración de sus paradigmas. El plan de promoción del bioetanol ha recibido enormes inversiones y el consumo de azúcar siempre será importante porque es un alimento cien por ciento natural de alto contenido energético», afirmó Maurette.
Si bien la Eeaoc informó recientemente un ligero retraso en el estado madurativo de los cañaverales, la zafra comenzó por temor a los pronósticos de heladas. Según Jorge Rocchia Ferro, presidente de Los Balcanes, es la primera vez en los 120 años de la actividad azucarera en la provincia, que cuenta con unos 5000 productores cañeros, que se empieza a cosechar en abril cuando siempre sucedió en mayo.
«Está mejorando permanentemente», dijo, sobre el sector azucarero, el ministro de Desarrollo Productivo de Tucumán, Juan Luis Fernández. El funcionario confirmó una inversión privada del orden de los US$100 millones de parte de los cañeros. Y explicó: «En mejoramiento genético hay una obtención de variedades que pueden reemplazar a las que estamos usando. Al ser una provincia chica, Tucumán tiene que sacar la mayor productividad de cada metro cuadrado».
Biotecnología tucumana
En la Universidad de San Pablo-T (USP-T), tractores y cosechadoras enfilaban hacia los campos. La USP-T fue inaugurada en 2007 y debe su nombre a su ubicación geográfica, situada en la localidad de San Pablo, en las instalaciones del exingenio azucarero.
Dentro del campus se encuentra el Centro Integral de Biotecnología Aplicada (CIBA). Inaugurado en 2015, reproduce variedades de caña de uso comercial mediante la micropropagación y las «potencia» para aumentar los tonelajes que se producen por hectárea.
El director general del centro, Federico Pérez Zamora, contó que desde el año pasado comercializan plantines de caña a productores. El INTA extiende los certificados de las plantas libres de enfermedades y el Senasa certifica el movimiento del material vegetal. «La esencia del CIBA es integrar todas las bases de conocimiento biotecnológico existente y darles aplicabilidad directa en la producción», explicó. Además, afirmó que Tucumán es una región de subtrópico que tiene una cantidad de tiempo de crecimiento efectivo de la caña de nueve meses. «Hay tres meses en donde no hay cultivo, a diferencia por ejemplo, de países como Colombia y Cuba, que tienen doce meses. Esa es una de las principales limitantes agronómicas. Podemos generar menos biomasa al año, por eso necesitamos desarrollar mayor tecnología en el manejo del cultivo. Además, la caña necesita 1300 milímetros anuales de lluvia para crecer en un confort hídrico y expresar su potencial. Aquí llueven unos 900 mm al año», afirmó.
En el CIBA cuentan con la capacidad de generar 500.000 vitroplantas, con un plan a futuro de ampliación que les permitiría llegar a 3.500.000. «Ante epidemias o pérdidas, en seis meses podemos introducir y difundir una nueva variedad a las comerciales», destacaron.
El proceso consiste en recoger tallos de los campos, ingresarlos al laboratorio, realizar hidrotermoterapia para hacer control de enfermedades, generar un banco de donantes y seleccionar los tejidos más jóvenes, a partir de los cuales se reconstituye el clon incrementando su vigor y logrando alta sanidad. La primera etapa de micropropagación se desarrolla en laboratorios y luego, en invernaderos. «Una vez que el plantín transita todas sus fases vuelve al productor», explicó Jorge Montes de Oca, director ejecutivo del CIBA, que llegó desde Cuba hace cuatro años.
Radiografía en tiempo real de la producción a campo
Mario Cerrutti, director comercial de Zafra, concesionaria oficial de John Deere en Tucumán, explicó que presentaron un paquete tecnológico que consta de un monitor de cosecha y un centro de operaciones. A través de sensores, una pantalla proporciona información referente a la cosecha de manera instantánea e ininterrumpida como el rendimiento en toneladas por hectárea, materia extraña, consumo de combustible, productividad, relieve del terreno y contador de cargas.
«Además, el JDLink es un sistema de gestión de flotas diseñado para establecer conexiones remotas entre propietarios y sus equipos. Proporciona avisos e información de las máquinas para que el usuario sepa dónde están y cómo se están usando», explicó Cerrutti.
En tanto, Case IH presentó una cosechadora con monitor de rendimiento con tecnología importada desde Brasil y testeada dos años en los campos del norte. «Por medio de un dispositivo electrónico y una placa de impacto se mide el flujo de trozos de caña que pasa por el último tramo del elevador y ese registro es enviado en tiempo real a un monitor que lo expresa en kilogramos de caña por surco o en toneladas por hectárea», dijo Carlos Puente, de Pueble, concesionario de Case IH en Tucumán.